Adios Paco... y no más arengas
Hablando con un Gran Amigo vine a enterarme sobre la muerte de un Profesor del Metalizado Colegio donde estudié.
Como Baldazo de Agua Fría y mientras me indignaba ante la muerte de mis compatriotas en Bagua, recordé lo que el profesor en vida fue: Este profesor estuvo presente los 12 años de mi vida escolar y sólo su muerte pudo hacerme valorar sus enseñanzas.
Este "Profe" era el típico profesor que no tenía pelos en la Lengua al reprenderte por algo que realmente estaba mal, era el que te comprendía como alumno y el que comprendía a tus papas cuando los citaba por tu mala conducta, siempre daba un buen ejemplo ante los alumnos y a los sacerdotes del colegio, poco odiado entre mis compañeros (eso era un gran mérito) y respetado por sus colegas: Èl había sido Alumno, Padre de Familia, Profesor, Gran Católico y Persona.
Asombrados por su gran Altura y su curiosa voz, era el "ejemplo" a seguir para cualquier alumno afanoso que quisiera un 20 en conducta.
Recuerdo una vez, y tras unas palabras escritas por mí, este profesor me dijo personalmente ante el potente discurso: "Tu discurso no es más que una Arenga Política"; dolido y enfadado yo, pues, como adolescente, me sentía imparable y un mesías moderno, tuve, obligadamente, que modificar mi discurso a un tono más acorde con la Celebración, pues, y ahora recién lo pienso, este discurso era un reflejo de mi formación como alumno y persona, que no fue para un político fanfarrón y carbonero sino para una persona con el corazón en la mano lista para darlo por lo que realmente vale.
Mis arengas, gramaticalmente complejas e intectualmente vacías, no debían ser pues una muestra del Metecandela interior sino del que persigue sus justos ideales para el bien de todos, muestra del que evoca el sentimiento con acciones y no con fanfarronería, del que realmente conoce la "Fraternidad".
Tengo que decir que siento tristeza por su muerte y al mismo tiempo, felicidad: el profesor cumplió hasta el último momento lo que siempre quiso y disfrutó hacer: enseñar.
Este es, entonces, mi despedida hacia ese profesor del que nunca me olvidaré, del que me detuvo cuando me sentía todo poderoso, del que bapuleó justamente mi discurso y del que sólo pude valorar luego de su muerte.
Adíos Paco
NO LLORES SI ME AMAS¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo! ¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Creedme: cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce, tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama, y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurado, extático y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando contigo, que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjuga tu llanto y no llores si me amas.
(Agustín de Hipona)
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